domingo, 7 de mayo de 2017

DÍA DE LA MADRE


Un bonito texto para recordar a todas aquellas madres que ya no podemos felicitar directamente pero que siguen ocupando un lugar en nuestro corazón.

La historia de nuestra madre se escribe con una  palabra: renuncia.

Una palabra que ella transformó en la estación total de su vida pues, no hubo otro tiempo que el nuestro.

Todos los días, desde muy temprano, sus manos ponían en estado de gracia las cosas para ofrecérnoslas con un amor tan secreto que hasta de su nombre se desposeía. En su limitado territorio: pasillo, ventana, butaca… cabía el ilimitado horizonte de nuestros  anhelos, sueños y amores. Por eso, a veces se quedaba dormida frente al televisor,  nublada con el cansancio luminoso de alzar a los demás.

Y, cuando sentía en su carne la incomprensión y hasta el olvido, se quejaba tan limpiamente que nunca había reproche sino sólo herida.

Supo nuestra madre, las mareas todas de la vida. Por eso, en sus palabras había una alunación que nos trasladaba a verdades elementales  que, con nuestros actos, continuamente negábamos. Palabras que la desataban tanto por dentro que la hacían invisible y sus pasos entraban en nuestros años con el cielo fijo de la infancia para que, en  un momento, por nuestro pecho pasase la estrella fugaz de la inocencia.

De niños, la falda de nuestra madre fue un cálido plumón donde sin saber, invocábamos el latido purificador del llanto.

Siempre la última, nuestra madre: la última en sentarse a la mesa, en conocer los  nombres y deseos que callábamos, en abrir la puerta de nuestras alegrías… Siempre llegando tarde a nuestras bodas con la vida y a tantas despedidas… Siempre sola, nuestra madre, con esa soledad de astro quemado  por su propia luz.

Materia de olvido por amor, nuestra madre sigue siendo, aún después de muerta, la altitud de nuestra mirada, el claro que se abre en medio de la tormenta, el regreso a la antigua niñez.             .

Todo lo que no le dijimos, se vuelve ahora remordimientos, presencia transparente de quién nos abrazaba con la mirada mientras nos íbamos separando…

Todo lo que no comprendimos se nos vuelve ahora horizonte.

Más allá de ella misma, ¡con cuánta claridad nos habla…!

De nuevo, ya muerta, nos concibe y la vida es un largo sueño…



Javier Lostalé (Madrid, 1942) estudió Derecho, pero su vida profesional se ha desarrollado prácticamente, en RNE como presentador de ‘El ojo crítico’ y "La estación azul’, del que fue codirector. El texo que presentamos, se emitió en radio 5, en el programa "Libros de arena".
Su dedicación a la promoción de la lectura fue reconocida con el premio Ondas  y el Nacional de Fomento de la Lectura.