jueves, 19 de abril de 2018

LORD BYRON



El 19 de abril de 1824, moría George Gordon, poeta británico representante del Romanticismo.   conocido por lord Byron.

De familia aristocrática, heredó el título y las propiedades de su tío abuelo, William.

La deformidad de uno de sus pies (aunque eso no le impidió destacar como deportista en el Trinity College de Cambridge, donde estudió)  y el temperamento iracundo de su madre, marcaron su infancia y juventud.

Su camino literario empezó a los dieciocho años cuando publicó su primer libro de poemas, Horas de ocio y algo más tarde, Bardos ingleses y críticos escoseses, sátira contra los que le habían criticado su primera obra.

Cuando alcanzó la mayoría de edad, viajó por España, recalando en Sevilla a finales de julio de 1809, en plena Guerra de la Independencia y la capital andaluza es la sede del Gobierno español y la junta Central está establecida en los Reales Alcázares. 

Continuó viaje por  Portugal, Grecia y Turquía, experiencia que le sirvió para escribir y publicar una memoria poética, La peregrinación de Childe Harold, con la que se dio a conocer y en la que reflejaba en el protagonista, elementos que él mismo se esforzaba por imitar: rebeldía frente a la moral y las convenciones establecidas y  la valoración de los sentimientos. 

Tomó fama de amoral y libertino hasta el punto que abandonó el Reino Unido en 1816, y no volvió jamás.

Vivió en Bélgica, Suiza, Génova; Venecia,Rávena... siempre sosteniendo relaciones amorosas turbulentas y  rodeado de escándalos. Consiguió reputación de hombre no convencional, ser excéntrico, polémico, ostentoso y controvertido.

En 1819 inició su famoso Don Juan, considerada por muchos como su mejor obra, en la que recrea al mítico personaje en un tono que oscila entre la gravedad y la ironía. 

De ideología liberal, participó en la independencia griega aportando sumas económicas importantes. En esta lucha, le sorprendió la muerte en en Mesolongi  (Grecia), 

Acuérdate de mí
Llora en silencio mi alma solitaria,
excepto cuando está mi corazón
unido al tuyo en celestial alianza
de mutuo suspirar y mutuo amor.

Es la llama de mi alma cual lumbrera,
que brilla en el recinto sepulcral:
casi extinta, invisible, pero eterna…
ni la muerte la puede aniquilar.

¡Acuérdate de mí!… Cerca a mi tumba
no pases, no, sin darme una oración;
para mi alma no habrá mayor tortura
que el saber que olvidaste mi dolor.  

Oye mi última voz. No es un delito
rogar por los que se fueron.
Yo jamás te pedí nada:
al expirar te exijo
que vengas a mi tumba a sollozar.

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